Cuando nos planteamos un nuevo desafío, como aprender a meditar, es normal que surjan ciertos obstáculos. Pero hay algunos recursos que podemos utilizar para sortearlos y no claudicar en el intento.
Una de las principales razones por las que nos cuesta instalar la práctica de la meditación es que aún no están formadas las redes neuronales necesarias para sostener ese nuevo hábito. Nuestro cerebro, acostumbrado a rutinas y automatismos, puede resistirse al cambio. Sin embargo, gracias a la
neuroplasticidad, tenemos la capacidad de crear nuevas conexiones si perseveramos con intención y constancia.
No hay que desanimarse. Incorporar la meditación a nuestra vida es posible si sumamos algunos ingredientes clave a nuestro plan de acción:
claridad en la intención, constancia, autocompasión, y un entorno que facilite la práctica. Crear recordatorios visuales, contar con el apoyo de una comunidad o grupo, celebrar los pequeños logros y mantener una actitud curiosa frente al proceso también puede marcar una gran diferencia.
Lo más común es que practiquemos en casa, por esa razón las sugerencias están pensadas en ese contexto.
¿Cómo meditar en casa?
- Define un lugar donde harás la práctica; esto permitirá no tener que pensar cada vez que quieras sentarte a practicar.
- Agéndalo como una prioridad: Incluye tu práctica en tu agenda diaria como lo harías con una reunión importante. Si le das un lugar, le das valor.
-La constancia es clave: Intenta practicar todos los días, aunque sea por un corto tiempo. La repetición diaria es lo que permite que se convierta en un hábito.
- Sé flexible pero firme contigo: Si hay días en los que cuesta sentarse, negocia contigo. Decirte "solo 5 minutos" puede ayudarte a empezar.
- Mejor poco y frecuente: Más vale practicar 5 minutos diarios que 30 minutos una vez por semana. La práctica breve pero constante fortalece el hábito.
- Encuentra tu momento ideal: Observa en qué momento del día te resulta más fácil sentarte a practicar. Puede ser al despertar, antes de dormir, o en una pausa del trabajo.
- Sé paciente contigo mismo/a: Formar nuevos hábitos no es fácil, y al principio puede costar. Lo importante es no juzgarte y seguir intentándolo con amabilidad.
- Practicar en silla también se puede: si es que no tienes cojín de meditación hazlo en silla.
La práctica se va asentando de a poco. No se trata de hacerlo perfecto, sino de sostenerlo en el tiempo, con amabilidad hacia uno mismo. Así, paso a paso, la meditación deja de ser un esfuerzo y comienza a sentirse como un refugio propio al que uno quiere volver.