Cuando padecemos una enfermedad importante, que se transforma en crónica, en la cual se requiere ajustar modo de trabajar, suprimir algo, en otras palabras que nos veamos enfrentados a realizar modificaciones para seguir funcionando o en algunos casos viviendo es sin duda verse expuesto a un sinnúmero de decisiones que tomar con respecto a tratamientos, cuidados, proceso de la enfermedad en fin. Pero ser una persona de apoyo o cuidador de alguien justamente en estas condiciones no es menor.
En este sentido surgen a mi juicio más de una interrogante como por ejemplo ¿hasta dónde podemos ayudar?, ¿qué hacer con los temas propios?, ¿cómo no invadir de tal manera a la persona que la anulo en sus propias decisiones?
Al principio podemos sentir un impulso por apoyar y puede que no midamos el impacto, pero es importante plantearse las interrogantes antes mencionadas y ¡ojo pueden existir varias más!.
Me ha tocado ver casos en personas que desempeñan la labor cuidadores, que se han comprometido de tal manera en acompañar a otro, que se han abandonado completamente. Lo que al principio surge como ” lo que debemos hacer” puede traer consecuencias graves y es probable que se pueda pasar de ser apoyo a ser otra persona enferma.
Esto se puede apreciar en el libro
Gracia y coraje: En la vida y en la muerte de Treya Killam donde el autor comparte su experiencia siendo persona de apoyo de su señora y él se vio sometido a mucho estrés por la manera que él lo abordó, ya que se dedicó tanto a las necesidades de ella que dejó de lado sus propios intereses y su autocuidado. Lo que trajo varias consecuencias tanto en la relación como en su salud.
Los casos en las cuales se puede ser persona de apoyo son innumerables, está el acompañar a alguien con; Alzheimer, síndrome de down, autismo, cáncer, enfermedades autoinmunes, sin duda condiciones existen muchas más.
Viene a mi mente un párrafo del libro
El arte de ayudar, de Claudia Casanovas y Felisa Chalcoff, que dice más o menos así “sin duda si lo tuviera que hacer volvería a hacerlo pero lo haría de forma diferente, sin olvidarme de mi mismo, ya que puede ser devastador no tomar los resguardos y ocuparse del autocuidado cuando se está a cargo de alguien las 24 horas del día”.
Sugerencias para la persona de apoyo (cuidador)
- No olvidar que muchas veces la ayuda es invisible, si no esperamos aplausos y reconocimiento esto se va a dar de todas maneras
- Soltar el éxito
- Buscar espacios nutritivos (caminar, meditar, salir, leer, etc)
- Ocuparse de los temas personales
- La persona que se apoya tiene sus propios tiempos y aprendizajes
- Soltar el control de la situación
- No aferrarse a expectativas personales, respetar las de la persona que se cuida
- Delegar en otro el cuidado y tomarse un respiro
- No dejar de tener pasatiempos e inquietudes
- Manejar la culpa y emociones difíciles
- No olvidar que los propios sentimientos son tan válidos como la persona que se cuida
- Buscar espacios donde expresar las emociones
- Participar en grupos que compartan experiencias similares, grupos de apoyo
Estas son algunas de las sugerencias que planteo, si esto está siendo complejo de llevar a cabo, importante es detenerse y ver cómo hacerlo.
Lo primero que es relevante considerar es que es muy normal sentirse abatido, agobiado, no es una señal de no querer a la persona que se cuida. Como lo mencioné anteriormente uno de los sentimientos más comunes que afloran es la culpa.
Para abordar la culpa y otras situaciones aflictivas en terapia floral de Bach, lo primero que se hace es brindar un espacio, donde la persona se puede desahogar en lo que le esté sucediendo, a través de una escucha sin juicios, luego de prestar toda la atención se evalúan los pasos se seguir. Hay esencias que pueden aportar mucho en aprender a manejar esta verdadera montaña rusa emocional, a la cual las personas de apoyo se ven expuestas al estar al cuidado de alguien 24/7.
En mi experiencia como terapeuta floral he apreciado cómo algunas personas de apoyo han podido trabajar sus temas personales, por ejemplo en
casos de cuidadores de personas con Alzheimer. Lo que mejora es que el cuidador no se abandona, se relaciona de mejor manera con su entorno, en cada sesión conversa sobre sus aprensiones, se siente escuchado y además se lleva una fórmula floral preparada a su medida, acorde a lo que está sucediendo en su vida.