La loca de la casa

Ana V. Morales
La loca de la casa

Nuestra mente no para y si le prestamos atención nos daremos cuenta que en ella hay pensamientos que nos llevan al pasado, otros al futuro, además del clásico darle vueltas a las cosas, ya que está institucionalizado el “preocuparse”, es más si demostramos que no lo estamos haciendo nos pueden tildar de des-preocupados. Por estas razones en general no paramos de pensar.

Esto nos lleva a vivir en muchas ocasiones en piloto automático ya que funcionamos y no atendemos lo que estamos haciendo en ese momento, en el fondo nunca estamos presentes en lo que estamos viviendo.

Esto por supuesto tiene más de una complicación ya que nos impide concentrarnos, estamos más propensos a los accidentes como también a los olvidos, y lo más importante no estamos presentes para apreciar la vida con sus sabores, olores y matices.

Dicho esto nuestra mente puede convertirse en nuestra aliada o en una pesadilla ya que lo que pensamos o sentimos puede afectar todo nuestro organismo, para lo que digo te invito a hacer la prueba de pensar e imaginar que en este preciso momento estás comiendo un limón, casi te podría apostar que comenzaste a salivar. ¡Así de poderosos son nuestros pensamientos!. Y nuestro cuerpo no puede saber que lo que estamos pensando no es real, por eso reaccionará a cada pensamiento y si es catastrófico puedes imaginar lo que sucede en él.

Ahora es sugerible prestarle atención a nuestros pensamientos ya que como dije anteriormente nuestra mente se puede transformar en un verdadero problema. Ya que muchas veces estos pensamientos son alentados por esta voz interna que todos tenemos y que a veces se puede transformar en una verdadera película de terror, complicando los cuadros de ansiedad, angustia y depresión por nombrar algunos.

De hecho hay personas que le han colocado nombres a esta voz, como por ejemplo Santa Teresa de Jesús, le llamaba “la loca de la casa”, en el budismo le llaman el mono, o el mismo Winston Churchill le llamó el “perro negro” haciendo alusión a esas voces internas que aparecían en sus estados de profunda melancolía. Que por lo demás no hacían otra cosa que empeorar esos cuadros ya que sentía que por supuesto este “perro” le hacía notar todo lo malo que había en él; era crítico, era una rumiación incesante.

Como dice Eckhart Tolle la mente es un instrumento sorprendente debido a que con ella podemos planificar, trabajar, disfrutar pero si se usa incorrectamente puede ser muy destructiva, tal cual lo podemos ver en el caso de Churchill, que más bien lo hundía en sus períodos complicados. Ahora esto tiene solución pero es importante aplicarse, partiendo por darnos cuenta y ser conscientes de nuestros pensamientos, esto puede ser a través del desarrollo de habilidades metacognitivas, que es cuando somos conscientes de que estamos fantaseando, o que nos distraemos planificando, recordando... es ahí donde surge la posibilidad de volver y estar en el presente.

La metacognición que es la capacidad de darnos cuenta de los procesos mentales, es uno de los beneficios de Mindfulness, que con sus prácticas tanto formales como informales pretenden traernos de vuelta momento a momento logrando con esto darnos cuenta cuando entramos en un bucle mental. Cuando hablamos de prácticas formales, estamos hablando de meditación que no es otra cosa que sentarse en un cojín o silla y observar los pensamientos sin involucrarse en ellos, simplemente observar. Logrando con esto una desidentificación de los pensamientos, es decir comprender que no somos los pensamientos.

Por otro lado las prácticas informales pueden ser estar atentos o volver a estar atentos en cualquier actividad que realicemos durante el día, como bañarse, comer, caminar, etc.