Escritura terapéutica y manejo de emociones

Ana V. Morales
A lo largo de nuestra vida, atravesamos distintos procesos emocionales que es necesario trabajar para mantener nuestro bienestar.

Existen diversas formas de abordar y gestionar nuestras emociones, y una de las más efectivas puede ser la escritura.

Las emociones son inherentes a la naturaleza humana, eso quiere decir que no podemos escapar de ellas. Por esa razón emociones como; la rabia, tristeza, alegría, miedo, asco, sentirlas es un una cosa pero el gestionarlas y ojalá bien, es otra.

Escritura terapéutica  y manejo de emociones
Aquí es donde la escritura surge como una poderosa herramienta de autoconocimiento y gestión emocional. El psicólogo social estadounidense James Pennebaker fue pionero en la investigación sobre la terapia de escritura, demostrando cómo el acto de escribir puede ayudar a procesar emociones y aliviar el estrés. Sus estudios han subrayado los beneficios de la escritura expresiva, especialmente en el contexto de situaciones traumáticas o complejas que muchas veces no podemos abordar fácilmente en la vida cotidiana.

Un ejemplo literario de esta práctica se encuentra en el libro La ley del espejo de Yoshinori Noguchi, reconocido experto en coaching y asesoramiento psicológico. En este libro, Noguchi guía a la protagonista en un viaje de introspección a través de la escritura, ayudándola a visualizar sus problemas y a descubrir cómo estos influyen en las situaciones que enfrenta en el presente.

El proceso de escribir permite a la protagonista acercarse a sus emociones y, en última instancia, encontrar las herramientas para resolver sus conflictos.

La escritura ofrece un espacio privado e íntimo, donde podemos expresar sin juicios ni restricciones lo que sentimos. Como lo plantea Natalie Goldberg en su libro El gozo de escribir, escribir es una invitación a plasmar en el papel lo que tenemos dentro, sin tapujos ni filtros, permitiéndonos descubrir facetas de nosotros mismos que muchas veces pasan desapercibidas en el bullicio del día a día.

En definitiva, la escritura no sólo nos ayuda a procesar emociones difíciles, sino que también actúa como un canal para el autoconocimiento. Nos da la oportunidad de detenernos, reflexionar y comprender mejor nuestras experiencias, facilitando así una gestión emocional más consciente y equilibrada.