¿Por qué pensar en la muerte nos acerca a la vida? Aunque es una de las palabras más temidas y en la que no queremos ni pensar. Pero que si la visualizamos, sin duda nos puede llevar a una vida más plena.
Si fuéramos más conscientes de la brevedad de la vida, sin duda aprovecharíamos más el tiempo, ¡ojo! no me refiero a tener más cosas que hacer, no hablo de productividad, sino más bien de elegir saborear la vida con su dulce y agraz y valorar los momentos para no perderlos.
Basta observar lo sucedido en pandemia, varias personas se cambiaron de ciudad, dieron luz a proyectos que tenían postergados, tomaron decisiones porque dijeron no hay tiempo que perder. ¡Ahora tengo que hacer lo que me hace feliz o lo que anhelo!
¿Por qué sucedió esto con la pandemia?
Paul Gilbert, psicólogo británico define el equilibrio emocional como la capacidad de una persona para experimentar una amplia gama de emociones sin ser dominado por ellas.
Cuando hablamos de equilibrio emocional no significa no sentir emociones difíciles, sino más bien ser capaz de manejarlas de una manera saludable, donde la persona puede reconocer sus sentimientos y pensamientos, aceptarlos y luego tomar medidas efectivas para abordarlos
Porque al detenernos no tuvimos otra opción que reflexionar y si a eso le sumamos que vimos de cerca la posibilidad de morir…. Por esa razón el ver de cerca nuestra mortalidad nos hace apreciar la vida. Todos de alguna manera tuvimos nuestro,
memento mori, frase en latín que significa recuerda que morirás.
En el libro
Cuatro mil semanas de Oliver Burkeman, el autor hace alusión a que la vida es corta, que si vives 80 años, eso se traduce aproximadamente en 4.000 semanas. No suena mucho tiempo ¿cierto?. Bueno la idea del autor es aterrizar esa obsesión de tener mil tareas pensando que algún día estaremos al día. ¿Por qué no mejor ser más realistas, priorizamos y literalmente dejamos de reventarnos?.
Tal como lo plantea el autor esa es una de las razones por las que conviene pensar y ver que somos mortales ya que también es importante reflexionar acerca de cómo vivimos; ahí surgen algunas interrogantes; como si estamos dedicando tiempo al autocuidado, si nos dedicamos a lo que nos gusta realmente, ¿habitamos el presente? o ¿la vida se nos va sin darnos cuenta?.
Cuando somos conscientes de que nuestra existencia tiene un límite, nos vemos motivados a evaluar nuestras prioridades y valores. La conciencia de la mortalidad nos impulsa a reflexionar sobre qué es lo más importante en nuestra vida y a tomar decisiones alineadas con nuestros verdaderos deseos y propósitos. Nos ayuda a evitar posponer lo que realmente importa y a dedicar tiempo y energía a lo que nos hace sentir realizados. Sobre esto último se basa el libro,
Las cinco invitaciones, de Frank Ostaseski. El autor con más de 30 años al cuidado de personas en cuidados paliativos, comparte las conclusiones a las que llega luego de escuchar los relatos de personas en etapa terminal.
Por otro lado también nos puede llevar a apreciar el presente, la conciencia de la mortalidad nos recuerda que la vida es fugaz y que cada momento es valioso. Nos ayuda a desapegarnos de preocupaciones triviales y a enfocarnos en lo que realmente importa. Al ser conscientes de nuestra finitud, podemos apreciar más plenamente las experiencias cotidianas, los momentos de felicidad y las relaciones significativas. Nos permite vivir con gratitud y buscar la plenitud en cada instante.
En resumen tener conciencia de la mortalidad puede transformar nuestra perspectiva de la vida de manera significativa. Al recordar que la muerte es inevitable, nos impulsa a vivir el presente con plenitud, establecer nuestras prioridades y buscar la autenticidad en cada aspecto de nuestras vidas. Nos recuerda que el tiempo es valioso y que debemos aprovecharlo para cultivar relaciones significativas, perseguir nuestras pasiones y encontrar el significado en cada día. Mantener viva esta conciencia nos permite vivir una vida más plena y satisfactoria.