¡No me soporto ni yo!

Ana V. Morales
¡No me soporto ni yo!

Esta frase es más común de lo que pensamos. El problema se suscita cuando además de sentirnos muy irritables damos rienda suelta a esta rabia, dañando con ello nuestras relaciones.

Quisiera partir mencionando que las respuestas iracundas, no sólo empiezan a afectar a nivel personal sino que también las relaciones, se van dañando. Esto último es lo que empuja a las personas a consultar, ya que la irritabilidad empieza a hacer mella en los vínculos.

Por otro lado sucede también que si la persona no está consciente de lo que provocan sus respuestas explosivas muchas veces es el entorno que los coloca en jaque para hacer algo al respecto.

Para comprender mejor esta emoción, es importante situarla en un contexto. Todos los seres humanos tenemos emociones que son inherentes a nuestra condición. Entre ellas están; la tristeza, la rabia, el miedo, la alegría, el asco y la sorpresa.

Si bien la rabia es una emoción básica, otra cosa es que cualquier cosa nos saque de nuestra aparente calma, llegando a perder el equilibrio emocional por cualquier situación.

¿Por qué puede ser que estemos tan irritables?


Las personas contamos con un sistema de regulación emocional que es importante que se encuentre en equilibrio. ¡No me soporto ni yo! Según la teoría del Sistema de Regulación Emocional de Paul Gilbert, la rabia y la ira son emociones que pueden ser entendidas dentro del contexto de la regulación emocional. Gilbert propone que las emociones, incluyendo la rabia y la ira, son influenciadas por sistemas de regulación emocional que evolucionaron en respuesta a diferentes desafíos y necesidades.

Cuando nos enfrentamos a una situación en la que percibimos una amenaza o una injusticia, el sistema de amenaza y defensa se activa y puede generar sentimientos de rabia e ira. Estas emociones nos impulsan a defender nuestros derechos, protegernos a nosotros mismos o a otros, y luchar contra lo que percibimos como una injusticia.

Como se puede apreciar en la gráfica una de las partes que componen dicho sistema, es el de amenaza y defensa, suele ser el primero en procesar la información que entra y sólo tiene dos objetivos: detectar amenazas y generar respuestas defensivas. Este sistema no tiene otra forma de pensar, por eso tenemos que potenciar nuestro sistema de calma y afiliación, que nos ayudará a tener un enfoque más equilibrado.

¿Cuáles son las razones para que el sistema de amenaza esté tan activo?


- El estrés prolongado puede aumentar los niveles de hormonas como el cortisol, lo que puede llevar a una mayor irritabilidad.

- La falta de sueño.

- Alguna condición médica o trastorno pueden afectar nuestro bienestar emocional.

- Acumulación de emociones negativas no resueltas.

- Un ambiente de trabajo tenso o problemas interpersonales.

- Algunos problemas psicológicos, como la depresión o el trastorno de ansiedad.

Gilbert enfatiza la importancia de una regulación emocional saludable y adaptativa. Esto implica aprender a reconocer y comprender nuestras emociones, incluyendo la rabia y la ira, para luego manejarlas de manera constructiva.

Esto puede incluir estrategias como la comunicación asertiva, el establecimiento de límites saludables, la búsqueda de soluciones pacíficas. Atender los puntos antes mencionados como tener buen dormir, manejar el estrés, descartar depresión u otro trastorno, resolver asuntos pendientes, manejo de la frustración, etc.