La aceptación y meditación

Acerca de la Película “Buena suerte Leo Grande”

Ana V. Morales
Buena suerte Leo Grande

Cuando hablamos de aceptación se abre un abanico importante sobre lo que entendemos por esta palabra y cuánto nos cuesta aplicarla en nuestra vida. Hoy más que nunca se hace difícil debido a que no habitamos una sociedad en la que se respete por ejemplo el paso de los años, los cuerpos imperfectos, están de moda las cirugías estéticas y de hecho algunos padres regalan a sus hijos cambios estéticos a muy temprana edad, es decir no apuntamos en la dirección de aceptarnos en toda la extensión de la palabra sino más bien de modificarnos a nivel físico más que nada. Es muy común que queramos cambiar algo de nuestro aspecto, pensando que con esa modificación estaremos bien o mejor. Entrando así en una espiral que no termina ya que primero es el color del pelo, luego la nariz, los muslos, más adelante las arrugas en fin no hay límites, comprendiendo con esto que hay algo en nosotros que está francamente defectuoso y que no tenemos que acogerlo sino más bien cambiarlo para ser aceptados por nosotros mismos y también por los demás. Lo que a mi juicio no es la solución.

Por estos días tuve la posibilidad de ver la película protagonizada por Emma Thompson y Daryl McCormack “Buena suerte Leo grande”. El film trata de una ex profesora de religión, viuda, que a su edad decide hacer frente a sus temores más ocultos que dan cuenta de una historia de vida marcada por una tremenda rigidez y necesidad de control llevándola esto a no disfrutar de la vida mucho menos de su adultez.



Nancy, la protagonista además de ser una mujer muy estructurada, tiene problemas con aceptarse tal cual es, no sólo a nivel físico sino a nivel emocional y mental. Es muy interesante ver cómo a medida que avanza la película va soltando amarras dejándose fluir más y observándose con más compasión y aceptación. Creo que ella va viviendo una suerte de metamorfosis que se ve reflejado en todos los aspectos tanto en su manera de vestir, expresarse y tratarse. Para mi gusto la película grafica muy bien el proceso de transformación que vive ella, hecho que se va apreciando en los diálogos que sostiene en cada encuentro con el coprotagonista. ¡Muy recomendable!

Pero para lograr una mayor aceptación no es necesario experimentar lo mismo que la protagonista de la película antes mencionada. También podemos elegir derroteros menos cinematográficos, como lo es la meditación.

Una de las cosas que puede ir sucediendo cuando nos sentamos a meditar es primero conocernos y escucharnos. Darnos cuenta de qué es lo que nos sucede a nosotros mismos, saber qué nos condiciona. Luego de vernos tal cual somos podemos ir caminando por el sendero de la aceptación de cómo somos en todos los aspectos, eso no quiere decir que todos nos guste, para nada.

Aceptación no es lo mismo que resignación y quedarnos tal cual incluso con lo que no nos gusta y mucho menos con lo que no nos hace bien, sino más bien es aceptarnos tal como somos pero con la determinación de hacer algo con lo que no nos parece y puede ser cambiado. En ese caso podemos realizar modificaciones que nos harán estar mejor como por ejemplo cambiar nuestra dieta que es poco saludable o dejar alguna relación que no nos aporta entre otras cosas.

En este sentido la práctica de la meditación aporta muchísimo debido a que la instrucción es cultivar el silencio y observar lo que va surgiendo, sin juzgarnos, ni criticarnos sino simplemente dando cuenta que nuestros pensamientos van y vienen. Al observar los pensamientos podemos apreciar nuestras preocupaciones, lo que nos condiciona, darnos cuenta que nuestra mente es repetitiva por ejemplo. Pero en este ejercicio de parar y estar en silencio nos estamos conociendo. Y ahí me surge la siguiente interrogante ¿cómo nos podemos conocer si no nos detenemos? Y ¿si no nos conocemos cómo nos podemos aceptar y mucho menos cambiar lo que sintamos que no está bien?

Por eso la invitación es a pausar, escuchar y desde ahí ver cómo seguimos. Esto no es inmediato, requiere de tiempo y dedicación. Para partir basta sentarse en un cojín de meditación o silla algunos minutos diariamente, no se requiere ir a la India o hacerse budista. Lo importante es tomar la decisión y plantearse objetivos reales. Poco a poco.