Podemos cuidar nuestro cerebro con acciones simples y cotidianas, pero para eso es fundamental saber qué lo daña.
Vivimos a un ritmo vertiginoso, corremos todo el día, y en medio de ese apuro solemos descuidar nuestra salud. Este siglo nos ha traído avances notables, sin duda, pero también ha introducido hábitos que afectan negativamente nuestra calidad de vida, en especial la salud cerebral.
El cerebro —órgano principal del sistema nervioso— es clave para nuestras funciones cognitivas, emocionales y motoras. Es el centro de mando de nuestra existencia, y sin embargo, muchas veces lo maltratamos sin darnos cuenta.
Exceso de información negativa
Estar constantemente atentos a noticias, tragedias o situaciones violentas no solo nos mantiene en alerta, sino que eleva los niveles de cortisol y adrenalina. Esta sobrecarga emocional prolongada incrementa la ansiedad y el estrés, afectando la memoria, el sueño y el equilibrio emocional.
Falta de sol y contacto con la naturaleza
Pasar largas horas en oficinas cerradas o en espacios sin luz natural puede generar un déficit importante de vitamina D, lo cual incide en el estado de ánimo, produce fatiga e incluso síntomas depresivos. El contacto con entornos naturales, aunque sea en la ciudad, ayuda a regular el sistema nervioso y a restaurar el equilibrio mental.
Exposición prolongada a pantallas
El uso excesivo de pantallas, especialmente en la noche, altera la calidad del sueño. La luz azul que emiten interfiere en la producción de melatonina, afectando nuestro ritmo circadiano. Dormir mal no es un detalle menor: incide en la concentración, la memoria y el estado de ánimo. Por eso es fundamental recuperar la higiene del sueño.
Falta de tiempo para actividades nutritivas
Muchas veces postergamos lo que nos nutre: leer por placer, practicar hobbies, pasar tiempo con personas queridas, o simplemente acudir a un chequeo médico preventivo. Todo eso también es salud cerebral.
La trampa del rendimiento constante
Hemos normalizado el “vivir para trabajar”, el aceptar más carga de la que podemos manejar, incluso a costa de nuestra salud mental. Como señala el filósofo contemporáneo Byung-Chul Han, el ser humano de hoy se ha convertido en su propio explotador. Esta autoexigencia silenciosa, pero constante, desgasta el cuerpo y la mente.
Cuidar el cerebro es cuidarnos a nosotros mismos
Pequeños cambios en nuestra rutina pueden marcar una gran diferencia. Reconectarnos con nuestros ritmos, descansar, movernos, desconectarnos de lo tóxico y priorizar lo que nos hace bien no son lujos: son actos de salud y conciencia.